Cuando atendemos clientes, los momentos de contacto deben ser muy buenos, y eso supone empatía, sensibilidad y disposición para comprender qué necesita, qué le sucede y cuáles son los mejores productos para satisfacer su demanda puntual. Ya sea de manera presencial, por teléfono, redes sociales o WhatsApp, la interacción debe generar que nuestro cliente sienta: “Aquí me conocen, me comprenden, se sensibilizan frente a mis problemas y además encuentro la mejor solución posible, definitivamente me agradan las personas que me atienden”.
Es por eso que, en la actualidad, las habilidades de relacionamiento con las personas son tan o más importantes que el conocimiento de los productos.
¿Cómo brindar la mejor experiencia en cada contacto?
La amabilidad es un factor determinante porque define la calidad del contacto, así cómo las expresiones de nuestro rostro ¿Cuánto se puede lograr con una sonrisa?
La velocidad es otro aspecto importante: nuestra energía y entusiasmo producen una mejora sustancial en la experiencia.
Luego de hacer contacto con el cliente, debemos detectar sus problemas y necesidades con el fin de brindarle la mejor solución posible. Aquí, la cuestión central es nuestra paciencia y la sensibilidad para explicar los beneficios de nuestros productos y los resultados que obtendrá.
Si el cliente manifiesta dudas u objeciones al producto o al precio, lo ideal es explicar detalladamente los beneficios concretos que recibirá. Si aún así nuestra opción quedara fuera de presupuesto, debemos cambiarla por otra alternativa.
En resumen, los clientes se impactan cuando encuentran personas que los tratan de manera simple, agradable, cálida y sincera. Definitivamente, ellos buscan reconocimiento y trato profesional.
Los detalles enamoran a los clientes y potencian las ventas.
¡No los descuides!
¿Cómo tratar con un cliente difícil?
“El cliente siempre tiene la razón”. O no… En ocasiones, lidiar con un cliente difícil se convierte en todo un reto. Te proponemos 4 claves para manejar la situación:
ESCUCHÁ: El otro se calma al ver que lo estás escuchando. Eso no quiere decir que estés de acuerdo con lo que el cliente te está explicando: es una muestra de que prestas atención a sus opiniones y emociones.
CUIDÁ EL LENGUAJE NO VERBAL: Mirar al cliente a los ojos y asegurarse de que tanto la expresión, como el tono de voz adecuado, sean sinceros, genera una imagen positiva. Reaccionar impulsivamente, ante una persona difícil o molesta, únicamente generará más reacción negativa de parte del otro.
SÉ ASERTIVO: Poné límites y sé educado, pero asertivo. Si logramos empatizar con el cliente, todo será más fácil en el trato con esa persona.
LLEGÁ A ACUERDO Y CUMPLILO: Ofrecerle una solución a un cliente, para después no cumplirla, es una de las peores cosas que puedes hacer. Si no estás seguro de algo, no tomes una decisión apresurada bajo presión.
Recordá: Manejar situaciones complejas con clientes difíciles es un reto que se puede convertir en una fortaleza.
No existen los clientes difíciles; solo existen situaciones difíciles con clientes.