Que el sol no te manche
Consejos para que la exposición solar no deje su huella en tu piel
Con la llegada del verano nos gusta tomar ese color dorado y saludable. Sin embargo, sabemos que es esencial extremar los cuidados para evitar el cáncer de piel, una de las mayores amenazas de la exposición al sol sin protección.
Por otro lado, la prevención ante los rayos solares actúa también sobre otras manchas benignas que pueden aparecer, como los melasmas, que suelen ubicarse en el labio superior, en la frente, en las mejillas o en el puente de la nariz.
¿Por qué se produce esta hiperpigmentación tan común en las mujeres? La causa es que las hormonas sexuales femeninas, estrógeno y progesterona, estimulan la sobreproducción de melanina cuando la piel está expuesta al sol. Ocurre en 10% a 15% de las mujeres embarazadas y en 10% a 25% por ciento de las mujeres que toman anticonceptivos orales.
Si bien el desencadenante primario es hormonal, la luz solar puede conducir al proceso de melasma y exacerbar la afección.
Es importante saber que ante la aparición de cualquier nueva mancha en el rostro o cuerpo, conviene hacer una visita al dermatólogo para que la revise e indique el tratamiento más adecuado: cuanto antes se la trate, habrá más posibilidades de éxito.
Cómo prevenir las manchas solares
Aplicar protección solar siempre. Cualquiera sea el color natural de la piel, es el paso más importante para evitar la hiperpigmentación. Recordar que los rayos del sol afectan la piel incluso en días nublados, así que igualmente hay que proteger al rostro con FPS superior a 30 (dependiendo del tipo de piel). En caso de pieles blancas, que se enrojecen, el FPS recomendado es de 50 o superior.
Evitar la exposición directa al sol en horas peligrosas: esto es, entre las 11 y las 16 horas aproximadamente.
Aplicarlo media hora antes, sobre todo cuando vas a la playa o la piscina. Acostumbrate a salir de casa con el protector aplicado para que, cuando te expongas a los rayos solares, ya se haya absorbido y asentado sobre la piel. La protección solar debe renovarse cada dos horas y cada 30 minutos en caso de cualquier interacción con el agua (ducha, inmersión, etc.).
Utilizar un protector contra rayos UVA y UVB: ambos tipos de radiación son muy perjudiciales para la piel e inciden de manera diferente a lo largo del año. Los UVB tienen más incidencia en verano, mientras que los UVA, en invierno. Los primeros causan dolor cuando hay una sobreexposición (quemaduras), pero en el caso de los UVA, la ausencia de dolor puede ocultar los daños que causan a nuestra piel: envejecimiento, manchas y melanoma (cáncer de piel), entre otros trastornos.
Usar productos que ofrezcan defensa contra la luz visible de alta energía (la llamada luz azul que emiten los dispositivos electrónicos), y que se adapten al tipo y condición de la piel.
Ayudar con otras opciones para protegerse del sol: cremas hidratantes y maquillajes con FPS, brumas faciales que se pueden aplicar como paso final del maquillaje, protectores solares con color, bb creams, hay para todos los gustos.
Cuidado con algunos medicamentos fotosensibilizantes: por ejemplo, anticonceptivos hormonales, antiinflamatorios, corticoides, antihistamínicos, los medicamentos contra la hipertensión o los antidepresivos. Consultar con el médico para despejar dudas.
Nada de perfume o maquillaje: también son agentes fotosensibilizantes, por lo que pueden multiplicar los efectos del sol en la piel. Es el caso de los que contienen aceites esenciales, colorantes y perfumes en general.
Usar sombrero o gorra, indispensables para evitar manchas, especialmente al realizar actividades al aire libre y en las horas de sol más peligrosas.
Evitar el uso de camas solares.